En enero de este año inauguramos el Vivero El Boldo, que se encuentra en la entrada del Parque El Boldo en Zapallar. Fue un momento muy importante, sencillo y emotivo, ya que éramos muchos los que trabajamos para que este sueño se hiciera realidad. De hecho, crear un vivero para la propagación de flora nativa era uno de los objetivos propuestos en el Plan maestro del Parque, el que se hizo el año 2012, sin embargo, recién a fines del año 2019 contamos con el financiamiento para construir y mantener este espacio.
“Rainforest Concern (RFC) es una fundación inglesa que apoya a distintas iniciativas de conservación alrededor del mundo. Con nuestra corporación, ha colaborado desde su formación y el año 2019 nos dio recursos para importantes proyectos, dentro de los cuales estaba la creación del área protegida La Judea, la capacitación de guardaparques, el apoyo al programa de educación ambiental y la creación de este vivero. La construcción fue un proceso lento debido a la pandemia y a otros factores, pero estamos felices de haber cumplido con la propuesta que le hicimos a RFC”, señala Carmen Rosa Ringeling, directora ejecutiva de CBZ. .
Los dos principales objetivos del vivero son: fomentar el conocimiento y uso de flora nativa en los jardines y ser un espacio para la experimentación y la educación ambiental, lo que siempre ha sido un pilar para CBZ. Por eso, debía ser un lugar atractivo, respetuoso con el entorno y abierto a la comunidad. Lo que se logró gracias al equipo humano que estuvo detrás. En ese sentido, es importante destacar el trabajo del arquitecto y ex director de CBZ, Francisco Alemparte, quien hizo el diseño, con la colaboración de Gabriel Rodríguez. Este último también estuvo a cargo de la construcción de las soleras y los muebles, junto a Humberto Díaz. Así también, Guido León y su familia realizaron las plataformas de piedra, las que se destacan por la delicadeza de sus formas curvas. Por último, la diseñadora Dominga Rodríguez hizo el diseño del logo y de los carteles del vivero, los que permiten destacar tres estaciones que se relacionan con el desarrollo de las plantas: la estación uno (Semillas, recolección y tratamiento), la estación dos (que se divide en Primeros brotes de sol y Primeros brotes de sombra) y la estación tres (Plantas adultas).
Estas estaciones permiten que los visitantes, especialmente los niños, puedan visualizar el crecimiento de una especie, desde la semilla hasta la planta adulta y ayuda a las viveristas, Clarita Ringeling (agrónoma) y Valentina Manzur (paisajista), a exhibir el delicado trabajo que requiere cada especie, desde los diversos tratamientos que se le hacen a las semillas antes de germinarlas, hasta la mezcla de los sustratos y la cantidad de agua indicados para cada una.
“Tenemos especies muy diversas, que provienen de ecosistemas distintos. Por un lado, estamos reproduciendo plantas costeras, de semillas recolectadas en el Cerro de la Cruz por Santiago Figueroa, como el Cacho de cabra (Haplopappus foliosus), la Margarita de la costa (Bahia ambrosioides) y la Tupa (Lobelia polyphylla), entre otras. Por otro, tenemos especies de bosque como el Molle (Schinus latifolius), el Quebracho de bosque (Senna stipulacea), el Belloto del norte (Beilschmiedia miersi), el Peumo (Cryptocaria alba), el Tabaco del diablo (Lobelia excelsa) y el Corontillo (Escallonia pulvurenta). Así también, tenemos especies como el Quebracho (Senna candolleana) y la Tara (Tara spinosa) que requieren de más exposición solar”, explica Clarita Ringeling.
Así también, Valentina Manzur explica los beneficios de plantar nativos: “Nuestro objetivo es disponer de diversas opciones de plantas, que requieren de distintas condiciones ambientales, de manera de potenciar jardines que no solo tienen plantas ornamentales, sino que además sean verdaderos “micro ecosistemas”, lo que no solo es beneficioso para la propagación de plantas nativas y endémicas amenazadas, sino que también para toda una red de fauna, asociada a esa flora. Además, al plantar nativos no solo estarán aportando a la salud del ecosistema de esta zona, sino que también tendrán un jardín que necesita de menos agua y menos manejo de jardinería porque son plantas ya adaptadas al lugar”.
Lo anterior es fundamental porque se relaciona con otro objetivo de la corporación, el cual es desincentivar el uso de plantas exóticas que han causado un grave deterioro en los bosques de Zapallar, como el pino, el eucalipto y el pitosporo. “Todas esas especies son exóticas y tienen comportamientos invasivos, es decir, se introducen en áreas naturales y desplazan a las especies nativas, pues les privan de parte del agua, los nutrientes y la luz que requieren para su crecimiento, por eso es importante dejar de usarlas y reemplazarlas por nativos que podrán adquirir en nuestro vivero, desde el próximo verano”, concluye Carmen Rosa Ringeling.
Los invitamos ir al Vivero El Boldo para que puedan aprender más sobre este proyecto, sobre distintas especies de flora nativa y sobre los beneficios del uso de éstas en los jardines.